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Carlotta Lorca, primer premio del I Certamen Literario Pablo Podadera.

 

 

El Hospital Regional de Málaga y la Coordinación Sectorial Málaga de Trasplantes han entregado este lunes los premios del I Certamen Literario Pablo Podadera para la promoción de la donación de órganos y tejidos, un concurso en el que han participado más de un centenar de estudiantes de centros de toda la provincia de Málaga y en el que se han seleccionado cuatro relatos que reflejan, desde distintos puntos de vista, la importancia de la donación de órganos y tejidos.

En la categoría de Bachillerato, el primer premio ha recaído en la alumna del grupo 1º Bach C,  Carlotta Lorca, que en su redacción La segunda oportunidad de la donación de órganos cuenta el fallecimiento de una joven y el proceso de aceptación de su familia ante su repentina desaparición, que decide donar y dar vida a personas que necesitaban de un trasplante de órganos.

 

 

La madre de Pablo Podadera, que ha dicho que los relatos escritos por los alumnos le han parecido «excepcionales», ha ofrecido el testimonio de lo que para ella y para su familia supuso donar los órganos su hijo. «Donar los órganos de Pablo fue la decisión más correcta que pudimos tomar; nos dio la paz». A ese respecto, ha contado la doble sensación que sintió cuando estaba en el helipuerto del Hospital Clínico desde el que partió el helicóptero que llevaba los órganos de su hijo. Por un lado, estaba deshecha y muy triste por la muerte de Pablo y, por otra, alegre porque sabía que esos órganos le iban a dar la vida a otras personas.

 

'La segunda oportunidad de la donación de órganos'. Por Carlotta Lorca

Un momento. Lapso de tiempo definido como conjunto de segundos o minutos, creando así un periodo abstracto de tiempo breve. Un momento. Puede ser la fina línea entre, la calma antes del caos; la vida después de la muerte.

El momento. El momento en el que el padre agacha la cabeza, y se pregunta en que habrá fallado, mientras recuerda aquellas tardes que paseaba con ella y en el que le dijo «ahora no puedo hija». El momento en el que la madre cae al suelo aturdida, tras una ola de dolor que le golpeó tan fuerte, que se queda sin aire; mientras que suelta un grito espeluznante que llena la sala. El momento en el que la hermana, que queda en silencio e inmóvil; tras recibir la noticia, pensando que aparecería ella por la puerta y que todo pasaría a ser un malentendido. El momento en el que el hermano, que le consume la ira, y golpea la pared una y otra vez mientras que se pregunta que pudiera haber hecho. El momento en el que la amiga, que es incapaz de ver un día sin ella, y decide acabar con todo….

Todo. Todo lo que pudo llegar a ser, cumplir y vivir. Todas las cosas que se le quedaron en aquella libreta, bajo el título de, «cosas por hacer». Todas las metas colgadas en aquella cuerda, esperando a ser alcanzadas. Todas aquellas palabras que se quedaron en la punta de la lengua… Las fiestas, las risas, los rincones por explorar, las personas por conocer, las lágrimas por derramar y los «te quiero» que se quedaron por decir. Todos se quedaron en el aquel baúl. Todas arrancadas de una chica, llena de vida, lista para comerse el mundo y arrasar con todo. Todo encerrado en aquel baúl, rodeado de vacío.

El vacío. El vacío que vino con las maletas hechas, aporreando la puerta, diciendo que se quedaría para siempre. Porque ella no está, y que no hay marcha atrás. Todos los recuerdos bombardeándonos, los buenos y los malos. Nuestra mente ahora perdida, sigue el bucle, donde nos acribillamos de preguntas, y exigencias… ¿Por qué no hiciste nada aquel día? ¿Por qué no le abracé y no le dejé marchar, a lo mejor así…? Buscando mil y una razones para poder recriminarnos el hecho que todo fue nuestra culpa, porque lo es, ¿verdad? Solo nos queda el dolor como recordatorio de que donde ahora solo hay una oscuridad impenetrable, antes era el rincón lleno de vida de ella.

Ella. Ella tan especial y tan suya. Ella, la niña de nuestros ojos, la que vimos crecer ante nuestros. Ella que quería llegar a tocar el cielo. Ella que ya no está. Ella jamás podrá ver sus logros, que jamás podrá cumplir sus sueños, que jamás podremos oírla reír, o abrazarla por una última vez. Ella era un ser tan inocente, incapaz de hacer ningún mal. Ella pudo llegar a tanto, y nos quedamos sin poder verla llegar a la cima del mundo. Todo es tan injusto. ¿Por qué ella? ¿Por qué yo no, o porque no otro? Y es que al día de hoy somos incapaces de decirlo en voz alta, que se fue, que ya no está. Sin que se nos vaya la voz al hablar de ella, con un nudo en la garganta y con ganas de huir lejos, tan lejos que no nos acordemos ni de nuestro nombre. Intentamos recordar el último momento que la vimos, ¿le dijimos cuanto la queríamos? ¿y si se fue sin saberlo? Ella nunca sabrá lo grande que era. Y que íbamos a seguir cada uno de sus pasos, porque solo queríamos ser como ella… Por todo lo que pudimos hacer y no hicimos. Cuánto odio tenemos acumulado ahora.

Ahora. Ahora ella ha dado vida. Dando una segunda oportunidad, a aquellos que sus vidas pendían de un hilo, como ella. Ella dijo que sí. Sí a la vida. Ahora, gracias a ella, familias no tendrán que perder a alguien. Porque, aunque ella se haya ido, sigue habiendo vida en ella…¿Y tú? ¿Te apuntas?

Web Biblioteca IES Los Boliches realizada por: Miguel Ángel Fernández y José Huertas.